El mandatario juró ante el Parlamento esta domingo y ya ordenó varias medidas para revocar políticas de Bolsonaro. Además, puso en funciones a los 37 ministros del nuevo Gobierno.
Luiz Inácio Lula da Silva inició este domingo su tercer mandato como presidente de Brasil, en una ceremonia multitudinaria y cargada de simbolismo, en la que reforzó su compromiso con el combate a las enormes desigualdades sociales que dividen el país.
El líder progresista, de 77 años, que ya gobernó entre 2003 y 2010, regresó a la Presidencia tras derrotar en unas ajustadísimas elecciones al ultraderechista Jair Bolsonaro, quien no ha reconocido su derrota y abandonó Brasil hace dos días, rumbo Estados Unidos, para evitar tener que entregar a Lula la banda presidencial, como manda el protocolo.
La toma de posesión contó con un fuerte respaldo internacional, con delegaciones llegadas de 68 países, incluyendo 20 jefes de Estado o de Gobierno, así como un significativo apoyo popular, con cerca de 300.000 personas que abarrotaron el centro de Brasilia, en una de las ceremonias más multitudinarias de la historia de Brasil.
En la ceremonia, Lula pronunció dos discursos y centró ambos en su firme compromiso en el combate a las desigualdades de todo tipo que dividen a la población y "atrasan" el desarrollo del país, en especial la gigantesca brecha entre ricos y pobres, pero también la desigualdad racial y de género.
El mandatario rompió a llorar al hablar de las familias que se ven obligadas a rebuscar en la basura para encontrar comida y, desde el púlpito del palacio presidencial de Planalto, le pidió a la multitud congregada en la plaza de los Tres Poderes: "¡ayúdenme!".
Lula aprovechó la ausencia de Bolsonaro para cargar de simbolismo el acto protocolario de la imposición de la banda presidencial, que ilustra el traspaso del poder.
Recibió la banda de un grupo de ciudadanos, en su mayoría anónimos, que ejemplifican la diversidad de la sociedad brasileña.
Una mujer negra que se dedica a la recolección de basura reciclable, un profesor, un joven con parálisis cerebral, un niño negro procedente de la periferia de Sao Paulo, una cocinera, un obrero metalúrgico y el conocido líder indígena Raoni Metuktire.
Junto a ellos, y llevando de la correa a su perra Resistencia, Lula subió la rampa que conduce desde la calle al primer piso del Palacio de Planalto, un gesto también de gran simbolismo, puesto que normalmente los presidentes acceden al palacio solos, andando entre dos filas de los soldados del regimiento de los Dragones de la Independencia.
Gran parte de las intervenciones de Lula se basó en críticas a la gestión de Bolsonaro, a quien, sin citarle, acusó de haber encabezado un "Gobierno de destrucción nacional".
En especial, prometió que no quedarán impunes los responsables por la gravedad de la pandemia en Brasil, donde murieron casi 695.000 personas de covid-19, según recalcó, mientras el país estaba liderado por un "Gobierno negacionista".
Desgranó también los daños infligidos por el Gobierno de Bolsonaro a la economía, el medioambiente, los servicios de sanidad y educación y, sobre todo, al tejido social de Brasil, que salió de las elecciones del 30 de octubre polarizado y dividido como nunca.
De hecho, eligió la frase "unión y reconstrucción" como lema de su nuevo Gobierno
Luiz Inácio Lula da Silva, horas después de jurar el cargo y de las ceremonias protocolares, dio el primer paso para revocar polémicas medidas dictadas por el exmandatario Jair Bolsonaro en materia de armas y medioambiente.
El gobernante, en el mismo día de su investidura, firmó un total de trece decretos, que en su mayoría preparan el terreno para una amplia revisión de muchas de las políticas impulsadas por el anterior Gobierno.
En materia de armas, Lula suspendió la emisión de nuevos permisos para la compra y la creación de clubes de tiro, ordenó que sea hecho un nuevo registro de todo el armamento adquirido por civiles en los últimos cuatro años y que se cree en el Gobierno un grupo de trabajo dedicado a definir una nueva política de desarme.
En el apartado medioambiental, determinó la reactivación del llamado Fondo Amazonía, constituido con donaciones de Alemania y Noruega para contribuir con la protección de la Amazonía y que había sido suspendido por decisión de Bolsonaro en 2019.
Ese fondo cuenta actualmente con unos 600 millones de dólares, que el nuevo Gobierno rescatará y utilizará en programas que serán definidos por el Ministerio de Medio Ambiente.
Lula también decidió revocar un decreto dictado por Bolsonaro en los últimos días de su mandato, según el cual se ampliaban las licencias para la explotación de recursos minerales en la región amazónica e incluso en las tierras indígenas.
Otra decisión formalizada por Lula, que fue una de las promesas de su campaña, ha sido determinar que sea revisada en un plazo de 30 días una serie de decretos de Bolsonaro que habían establecido un secreto de cien años sobre diversas cuestiones de la administración pública o incluso sobre asuntos personales del ahora exmandatario y su familia.
Entre estos últimos, Bolsonaro había incluido en esa información clasificada todo lo relativo a su salud, lo cual impidió que la sociedad supiera si realmente no se había vacunado contra la covid, como asegura hasta ahora.
Otro de los decretos firmados este domingo por Lula también dio cumplimiento a una de sus promesas de campaña y excluyó de un plan de privatizaciones elaborado por el Gobierno de Bolsonaro a las estatales Petrobras, Correos y Empresa Brasil de Comunicación (EBC).
El presidente puso en funciones a los 37 ministros del nuevo Gobierno que ha asumido este mismo domingo y que tendrá como lema la frase “Unión y Reconstrucción”.
Lula encabezó una ceremonia en la que los 37 integrantes de su gabinete prestaron juramento en forma colectiva, tras lo que este lunes asumirán formalmente sus funciones, en el que será el primer día efectivo del flamante Gobierno.
El hombre fuerte de la economía será Fernando Haddad, ministro de Hacienda, en tanto que al frente del Ministerio de Relaciones Exteriores estará Mauro Vieira, un veterano diplomático de carrera que ya ha sido canciller entre 2014 y 2016 en la gestión de la presidenta Dilma Rousseff.
En el gabinete de Lula habrá once mujeres y dirigentes políticos de nueve partidos de un amplio espectro, que abarca desde la izquierda hasta la derecha más moderada.
Entre las mujeres, una de las mayores novedades será Sonia Guajajara, representante de los pueblos originarios y que asumió el Ministerio de Pueblos Indígenas, una cartera que hasta ahora no existía y que Lula se había comprometido a crear desde la campaña.
Tras poner en funciones a sus nuevos ministros, Lula posó junto a todo su gabinete para la que ha sido la primera foto oficial del que es su tercer Gobierno, pues ya había ejercido el poder, durante dos mandatos consecutivos, entre 2003 y 2010.